Adviento, El símbolo del CORAZÓN


EL SÍMBOLO DEL CORAZÓN
A veces se siente la necesidad de reflexionar y meditar sobre el misterio de las personas, de las comunidades, de Dios. Se quisiera llegar al corazón de las cosas.
Vivimos inmersos en una multiplicidad de realidades, imágenes, ofertas, caminos, ideas diferentes…Cuando el hombre religioso trata de reunir y estructurar su búsqueda y orientarla hacia la realidad última de Dios, recurre a arquetipos,  palabras que brotan de lo más hondo de la propia existencia, que evocan el centro y la unidad última  de toda la realidad.
Corazón es una de esas palabras en las que todo lo múltiple se vuelve uno.
Hace referencia a la totalidad de la persona, a su centro original e íntimo, allí donde se configuran sus comportamientos; expresa lo que hay en ella de más profundo, más interior, más total, lo que sintetiza a la vez lo afectivo, lo intelectual y lo volunta­rio; es el yo en su fuente más unificada con todo lo que posee de inteligencia, de libertad y también de ternura.
Una persona con corazón no es la dominada por el sentimentalismo, sino la que ha alcanzado una unidad y coherencia, un equilibrio de madurez que le permite ser objetiva y cordial, lúcida y apasionada, intuitiva y racional, nunca fría sino siempre acogedora; nunca ciega, sino realista. Tener corazón equivale a ser una personalidad integrada.
- El corazón es el símbolo de la profundidad y de la hondura. Sólo quien ha llegado a una armonía consciente con el fondo de su ser consigue alcanzar la unidad y la madurez personales. Es el lugar escondido en el que Jesús invita a entrar para orar al Padre
 “Me esconderá en lo escondido de su tienda”, afirma un orante para expresar su seguridad (Salmo 27,5), y el Señor hablaba con Moisés en la tienda del encuentro “como un amigo habla con su amigo”  (Ex 33,11). En una escena anterior le había ordenado esconderse en una hendidura de la roca para que no pudiera verle al pasar junto a él (Ex 33,22); quizá por eso elige Elías una cueva para esperar al Señor en el Horeb (1Re 19,9) y el autor del Salmo 84 compara al  templo con la casa que encuentra un gorrión o el nido donde la golondrina coloca a sus polluelos (Cf. Sal 84 4)
- Es la sede de los deseos ocultos, no expresados: 
Le has cumplido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que sus labios pidieron” (Sal 21,3)
- Es el lugar de la escucha y el discernimiento:  cuando Salomón pide a Yahvé “un corazón que escuche” (1Re 3,9), está pidiendo que el mundo no sea mudo para él sino que le resulte inteligible. Es el  órgano de la voluntad, los planes, decisiones y las intenciones: a los colaboradores en la construcción de la tienda de reunión se los califica como gente “cuyo corazón se inclinaba a ello”, aludiendo a su disponibilidad; cuando David afirma:  “Tu siervo ha encontrado su corazón para orar en tu presencia” (2Sm 7,27) es como si dijera: “me he atrevido a...” y Qohélet recomienda:  “Marcha por el camino de tu corazón” (Qo 11,9). En él se guarda fielmente el tesoro del recuerdo: “Las palabras que hoy te ordeno, deben estar sobre tu corazón” (Dt 6,6), “átalas a tus dedos,  escríbelas en la tabla de tu corazón” (Pr 7,3).
Abrir el corazón es comunicar todo el saber:  “¿Cómo puedes decir que me amas si tu corazón no está conmigo? Ya te has burlado de mí tres veces y no me has dicho por qué tu fuerza es tan grande” (Jue 16,15). Sansón dice querer a Dalila pero su corazón no está con ella, es decir  no la hace partícipe de sus secretos.
- Con el corazón se conoce y por eso la máxima promesa que Israel recibió del Señor fue ésta: “Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo” (Ez 36,26)
Por eso el sabio recomienda:
Hijo mío, por encima de todo cuida tu corazón
porque en él están las fuentes de la vida” (Pr 4,23).
- Para los Profetas es el lugar del conocimiento del Señor que se adquiere por proximidad afectiva y efectiva con él y consiste en una relación de "afinidad" y de íntima familiaridad:
"Quiero misericordia y no sacrificios,
conocimiento del Señor más que holocaustos."(Os 6,6)
"Meteré mi ley en su pecho
la escribiré en su corazón
(...) y todos, grandes y pequeños
me conocerán, oráculo del Señor"(Jer 31,31.34)
- Es el lugar de la integridad o unidad de la persona pone en relación lo interior con lo exterior. A ese trabajo de unificación profunda es a lo que se refiere Lucas cuando dice que “María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lc 2,19). El participio griego symballousa expresa el trabajo de la fe para reunir los datos de la realidad con la promesa recibida, para que la Palabra acogida y guardada en el corazón proyecte su luz sobre la opacidad de los acontecimientos.
- Es el órgano de la búsqueda de Dios y del recuerdo de sus acciones en favor de Israel:
"Desde allí buscarás al Señor, tu Dios, y lo encontrarás si lo buscas de todo corazón y con toda el alma" (Dt 4,29)
"Meteos estas palabras en el corazón y en el alma, atadlas a vuestra muñeca como un signo, ponedlas de señal en vuestra frente..."(Dt 11,18)
- Expresa la interioridad  La vida y la relación humanas conocen un ritmo alterno de interioridad y manifestación, de secreto y desvelamiento, de silencio y comunicación. Hay un símbolo bíblico, tomado de la naturaleza,"la hendidura de la roca" que evoca dos ideas muy emparentadas con las anteriores: la de algo interno, escondido, profundo y, a la vez, la de apertura, acceso, abrigo, protección.
JESÚS: el hombre del gran corazón.
El hombre para los demás, que tiene corazón, un corazón no de piedra, sino de carne. Su vida un signo del buen amar, del saber amar.
Jesús, en su Corazón, es la profundidad misma del hombre y de Dios. En él está la fuente del Espíritu que brota como agua fecunda hasta la vida eterna.

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